LOS LOBOS
Tiene la sed de los exhaustos
cuando el sol es una lánguida rueda
que avanza hacia el horizonte
para estremecerse y caer… al vacío.
La oscuridad ha saldado su acecho
y se tumba por los atrevidos barrancos.
Sus manos de secreta negrura
acarician el monte
y de un golpe le abren
un tajo a la tierra sumisa:
¡allí está la lámina del río
en la noche ebria de estrellas!
Pesaría el silencio en su espalda
si el pecho no tuviera palabras.
Ella camina anhelante hacia el agua,
bajo sus pies moribundos,
estrépito de piedras.
Esas ásperas partituras la han delatado.
Un aullido le arranca un lamento
que estalla entre los dientes.
Una sombra se le hace recelo,
en el rostro el miedo se vuelve certeza.
Los lobos andan sueltos…
¡Y tienen hambre!
Lis Claverie, "A tres voves y en tacones"
